sábado, 7 de enero de 2012

Mauricio el Gran Restaurador; de Paris a Las Vegas

  Hace pocos meses atrás el barrio porteño de Flores, fue testigo del derrumbe de la histórica casa donde vivió, antes de suicidarse en Mar del Plata, la poetiza Alfonsina Storni, en octubre de 1938. La antigua casa estaba ubicada en Terrada 578.


  En la semana, se produjo otro intento de demolición, esta vez impedido por la resolución judicial, el blanco era la Sociedad Filantrópica Suiza, ubicada en Rodríguez Peña al 200, lugar aún, donde queda material vinculado con la historia afroargentina y negra de la Ciudad, además de haber sido refugio de de las Madres de Plaza de Mayo en la época de la dictadura militar. Edificio que data desde 1882.

  Esta política de “urbanización”, no es novedad para la sociedad tilinga de la capital federal, podemos citar por ejemplo: La descuartizacion del histórico Cabildo y la demolición de la Iglesia que estaba ubicada en 9 de julio y hoy Avenida de Mayo, en 1882. Hecho que fue realizado por Torcuato de Alvear, para moldear a Buenos Aires como si fuera París.

  Como vemos esta política cultural no nace con el capricho o la inoperancia de Mauricio Macri, sino todo lo contrario esto se remonta a una lucha hegemónica cultural, donde se enfrentan las visiones colonialistas de los porteños, por un lado los Pro-Europa por otro lado, los Pro-yankis. Así de esta forma se toma el patrimonio cultural de la ciudad, como un “fetiche”, donde los gobernantes tratan de moldear una ciudad a semejanza de una falsa cultura inalcanzable y totalmente distante de la cultura del “pueblo criollo”.

  Mas allá de repudiar la actitud de urbanización del gobierno Macrista, es importante iniciar el debate desde el punto de vista de una clara defensa de la cultura popular, entendiendo por “cultura” desde un punto de vista político, una conjugación de valores, tradiciones, y costumbres intrínsecas. Donde se consolida la identidad del pueblo. Cuando decimos “pueblo” puntualizamos esa unificación identitaria del “criollismo”, mezcla de las culturas tradicionales de interior de nuestro país con los inmigrantes de la “pampa gringa”.

  Ahora bien, esta visión de la cultura propia, es rechazada por aquellos “bastardos” o “cipayos” que tratan de confundir la cultura tradicional, con el culturalismo estético, vieja dicotomía entre Sarmiento y Alberdi, entendible desde la disputa ideológica de los mismos, pero no justificable, el accionar que en nombre de “la Civilización”, los discípulos del centralismo porteño, generan hoy, la descuartizacion de la ciudad de Buenos Aires, poniendo en el tapete la antigua vieja antinomia.

  Convirtiendo a Mauricio como el Gran Restaurador que lucha en cambiar la fisonomía porteña convirtiendo a Buenos Aires, en las propias narices de los distraídos porteños que miran mas los zapatos de Cristina que la demolición de su cultura parisina, y el nacimiento de la “New las Vegas City”.

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