Estas palabras son el resultado de lo que sentí en la audiencia del último viernes del Juicio a ESMA, cuando dos de los genocidas ejercían su derecho a defensa.
30 MIL COMPAÑEROS DETENIDOS DESAPARECIDOS PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!
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Tuve que tragarme la bronca y vestir mi ira de paciencia.
Escuchar sus voces oscuras altaneras en la escena.
Verlos vivos, desafiantes, levantando sus banderas de la muerte.
Tuve que aguantarme los impulsos que nacían para que ya no fueran.
Y hacer silencio en una sala que gritaba por los nuestros.
Empaparme de cordura y no escupirles en sus rostros 30 mil heridas.
Tuve que quedarme quieta en un asiento que no sólo a mí contenía.
Contar hasta incontables para no lanzar los puños como letanía.
Amansar el agua de trinchera que corría por las venas.
Detener mi cuerpo de las ganas de sacarles hasta el último respiro.
Tuve que mirarlos a los ojos y hacer de cuenta que les dolía.
Para aliviar el odio que me nace por su impune vida.
Mara. Marzo 2010
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