Analizando la multiplicidad de desigualdades sociales que llevaron a cambiar las relaciones con “el otro”, el proceso de polarizacion y fragmentación social llevo a que se geste la función del miedo “al otro”, las denuncias sobre la violencia urbana se multiplican, diariamente, movilizando a los servicios policiales a una vigilancia mas fuerte en los sectores populares, estigmatizando a las figuras de los jóvenes desviados de la sociedad, aquellos que trabajan de vendedores ambulantes o bien a los denominados “Pibes de la calle”.
Una de estos ejemplos, son lo que se conoce como el accionar del “gatillo fácil”, según datos de la CORREPI más de mil jóvenes fueron asesinados por la policía desde 1983 en adelante.
En este contexto surge el “Estado de Seguridad”, el cual se caracteriza por su tinte represivo, a este lo acompaña el “Estado Penal”, quien apunta a la criminalizacion de los sectores pobres considerándolos como los delincuentes potenciales.
Esta figura de peligrosidad social tiende a concentrarse en su mayoría a los jóvenes habitantes de los barrios marginados, esa porción de la sociedad excluyente del sistema capitalista.
El endurecimiento de la legislación penal, los programas de seguridad con mas patrulleros, esta nueva interpelación al Estado como responsable de la situación de inseguridad, apoyada e impulsada por los grandes medios de comunicación profundiza la selectividad social, fortaleciendo al sistema dependiente, generando mayor población carcelaria de gente pobre y joven, desatando así una política de resentimiento y apatía.
De esta manera se asocia “pobreza con delincuencia”, tomando al pobre como clase peligrosa poniendo de manifiesto nuevas fronteras políticas y jurídicas, donde el respeto y la autoestima colectiva no cuentan, donde se prioriza la violencia y la violación de los derechos elementales.
Así queda reflejada la visión miope de la sociedad fascista, representada en la figura de Mauricio, que es "Macri", que cuando ve a los pobres y a los excluidos que cruzan la Avenida General Paz o el Riachuelo, se siente invadido, cercado y sitiado, por la realidad que el mismo junto con su "clase" gestaron.
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