“Lanusse marmota, Perón va a venir, cuando se les cante las pelotas”
cancion de la JP en Ezeiza del 72.
Llovía precipitosamente, sobre Buenos Aires, era viernes, 17 de noviembre de 1972 el gobierno de Lanusse había proclamado feriado. Una multitud, pugnaba por llegar al aeropuerto. Los tanques del ejército lo impedían, cortaban todo tipo de accesos.
Hasta que por fin, el mítico avión de Alitalia carreteó finalmente sobre una de las pistas de Ezeiza. Si bien no era negro como lo había imaginado la fantasía popular, se estaba concretando el sueño añorado por millones: después de dieciocho largos años el general Perón volvía a su patria, y pronto al poder, desmintiendo el destino inexorable que lo condenaba -como a San Martín, a Artigas y a Rosas entre tantos- a morir en el exilio. Los peronistas que llegaban empapados al río Matanza no iban solos: los acompañaba la historia, los ausentes, el sueño de millones, el de concretar la Liberación Nacional.
El cielo plomizo podía ocultar el sol, pero no la luminosa alegría popular. Ese día culminaba una larga pulseada protagonizada por Perón y Lanusse, una apasionante partida de ajedrez. El presidente militar, un gorila de la primera hora que había desafiado al General diciéndole “que Perón regresaría si le daba el cuero”, se topaba con la realidad el Viejo, estaba en su Patria porque le daba el cuero y mucho mas. La agitación social que conmovía al país no podía solucionarse con la proscripción, había que negociar con el exiliado en Madrid, devolverle los salarios caídos, la condición militar y el cuerpo embalsamado y ultrajado de Evita. Entonces propuso el GAN (Gran Acuerdo Nacional), con la idea que ambos –Perón y Lanusse– renunciaran a sus aspiraciones presidenciales. Perón le respondió con ironía: “que Lanusse renuncie a la presidencia, es lo mismo que yo renuncie al trono de Inglaterra”. Cuando El Cano tenía que conjurar las críticas de su propio frente interno totalmente anti-peronista, afirmaba con pedantería: “nosotros no llevamos la espada de adorno”. Perón le respondía: “tiene razón el general Lanusse, no es la espada lo que tienen de adorno, es la cabeza.”
Pero todo eso ya era historia pequeña ese 17 de noviembre en que soplaban aires de victoria y la lluvia se confundía con infinidad de lágrimas emocionadas y los tanques del ejercito eran envuelto con las banderas Argentinas, que los compañeros de JP les ponían de prepo. Marcaba en la historia reciente, el Regreso de Líder, después de 18 largos años de exilio, el sueno del pueblo hecho realidad.
http://www.youtube.com/watch?v=c6mb_B4QW54
http://www.youtube.com/watch?v=k71veZq6PbY
Filmación rescatada por el compañero Carlos Nine despues del `76
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